Puesto que no a todo el mundo le gusta la sopa dejo aquí dos recetas con el mismo ingrediente clave, la cebolla.

Sopa de cebolla, un clásico fácil.

Ingredientes

1 cebolla
70 grs de mantequilla
1 diente de ajo
20 gr de harina
1 litro de caldo de pollo
25 mililitros de jerez (opcional)
Sal
Pimienta
1 baguette pequeña
50 gr de queso para rallar

Procedimiento

Rebana finamente la cebolla y colócala al fuego con la mitad de la mantequilla, el ajo entero y la harina. Dejar que dore un poco. Añade el caldo frío sin dejar de mover para que no se formen grumos (a nadie le gustan los grumillos). Hierve por 20 minutos y agrega el jerez. Sazona. Retira los ajos. Tuesta el pan y úntalo con mantequilla, espolvorea con el queso rallado, reserva. Sirve la sopa con las rebanadas de pan.

Ahora, para los que no son amantes de la sopa, como Isshat o Mafalda, está esta deliciosa receta de cebollas rellenas.

Cebolla rellena

Ingredientes:

4 cebollas blancas medianas

400 gr de queso ricotta o requesón

4 cucharadas de queso parmesano rallado

Algún chile amarillo que no pique mucho, como chile largo, fresco y molido (opcional)

1 cucharadita de tomillo

2 cucharadas de pimiento rojo finamente picado

Sal

Pimienta

Preparación:

Calienta el horno a 180 °C (350 °F para los que tienen hornos importados). Coloca las cebollas enteras, sin pelar, sobre una charola en el horno. Hornearlas durante 30 minutos o hasta que estén cocidas y la cáscara se dore.

Retira las cebollas del horno, espera a que enfríen un poco y sácales la cáscara cuidando que la cebolla mantenga su forma.

Haz una cavidad en el centro de cada cebolla y con la ayuda de un cuchillo y una cuchara saca el contenido.

Pica finamente el contenido de la cebolla que se retiró y mézclalo con el queso, tomillo, pimiento picado, sal y pimienta. Si se desea, se puede mezclar también con chile molido para darle más sabor. Rellena de nuevo las cavidades y espolvorea con queso parmesano rallado encima.

Lleva al horno hasta gratinar. Sírvelo caliente.

Ahora que todos tenemos un aliento afrodisíaco, quisiera compartir con ustedes un poema del poeta español Miguel Hernández, muerto tras la guerra civil española, que estaba en un campo de concentración cuando se enteró del hambre que sufría su mujer y su hijo, alimentándose sólo con pan y cebollas. Desde ahí, el campo de concentración, escribió esto:

"Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme..."

La cebolla es escarcha

cerrada y pobre.

Escarcha de tus días

y de mis noches.

Hambre y cebolla,

hielo negro y escarcha

grande y redonda.

En la cuna del hambre

mi niño estaba.

Con sangre de cebolla

se amamantaba.

Pero tu sangre,

escarchada de azúcar

cebolla y hambre.

Una mujer morena

resuelta en lunas

se derrama hilo a hilo

sobre la cuna.

Ríete niño

que te traigo la luna

cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,

me pone alas.

Soledades me quita,

cárcel me arranca.

Boca que vuela,

corazón que en tus labios

relampaguea.

Es tu risa la espada

más victoriosa,

vencedor de las flores

y las alondras.

Rival del sol.

Porvenir de mis huesos

y de mi amor.

Desperté de ser niño:

nunca despiertes.

Triste llevo la boca:

ríete siempre.

Siempre en la cuna

defendiendo la risa

pluma por pluma.

Al octavo mes ríes

con cinco azahares.

Con cinco diminutas

ferocidades.

Con cinco dientes

como cinco jazmines

adolescentes.

Frontera de los besos

serán mañana,

cuando en la dentadura

sientas un arma.

Sientas un fuego

correr dientes abajo

buscando el centro.

Vuela niño en la doble

luna del pecho:

él, triste de cebolla,

tú satisfecho.

No te derrumbes.

No sepas lo que pasa

ni lo que ocurre.